jueves, 14 de agosto de 2008

Es así




















Siempre me presionaron a que hablara
Un payaso sostenía mi boca cual dentista
Abría mis dientes
Retorcía mi muñeca
“¡Habla!”
“¡Dinos algo, carajo!”

Niña de dientes filosos
rumiando en su vientre
todo el odio del mundo
Niña de cabello débil
encerrada en una almendra
protegiéndose en su arena
su mundo
su silencio

“Abre tu cuerpo al flujo”
“Mira que te estás pudriendo por dentro”
Mujer de corazón aplastado
no quiere salir de su boca la palabra floja
a quién le importan las palabras
las historias
y las notas silenciosas

¿Es demasiado desesperante observar unos ojos aterrados?
Un pecho que suelta olas azules de tristeza
una niñamujer con miedo entre las piernas
un cuerpo inmóvil contra la pared

¿A Dios le ofende que haya gente así?
Que a solas lo llama y lanza gritos
para que le escuche
“¡Ei tú! ¿¡Qué quieres de mí?!”
Pero él responde callando

Por qué si Dios calla, ¿Yo tengo que hablar?
Si Él es brisa suave y no fuego y no mar
Por qué no puedo ser silencio
por qué me forzan a gritar

Esta mujer pollo no rompe el cascarón
Por favor respeten su silencio

Y sépanse que existen
personas que son almendras en el mundo
a las que les va mejor callar.

lunes, 11 de agosto de 2008

La tumba de Moisés


Era uno el hombre de la noche. Uno el que cubría su cuerpo con la manta. Uno que no prestaba sus ojos al viento. Uno que enfilaba sus pestañas como cuchillos cortando granos de arena. Nadie más le haría daño nunca.

Ese hombre que era uno caminaba por las calles del desierto. Avenidas de silencio, espacio descomprimido, vegetación muda, todo seco, todo abierto, todo mudo. Ese hombre en su pecho llevaba un nombre. Un nombre de nadie en el pechocorazón. Ese hombre se decía llamar El Loco. Ese era su tatuaje.
Pero lo cubría su ropa, y lo cubría la manta y nadie veía al nombre y el nombre no veía a nadie.

El hombre caminaba con las pestañas auscultando el suelo. Sobre el hombro cargaba un palo. Ese palo sostenía una bolsa y esa bolsa contenía un secreto.
El hombre había partido esa mañana. Se había sentado frente a su tumba. Le había hablado con tono bajo a la lápida como la nota baja de un clavicordio. Había esperado con la oreja pegada al subsuelo. Pero Moisés no respondió. El hombre sacó de la bolsa un pequeño cofre que contenía un puñito de arena y dos conchas de mar pegadas una contra otra que hacían la forma de una mariposa. El hombre dejó la mariposa de mar en la tumba. Tomó la bolsa. Perdón hermano, y se marchó.

Era uno el hombre de la noche. Era uno el hombre Loco que caminaba por la arena fría de la noche, arena fría de la noche en el desierto. Una bolsa en su hombro conteniendo un secreto. El hombre cansado se detuvo a descansar. Sólo un árbol en todo el océano de arena. Contra él colocó su espalda y al lado de él, la bolsa. Cerró los ojos y sintió que de la bolsa salía ella, la de los ojos verdes de laguna, la del lunar amarillo en el corazón. Detrás de ella vino una tormenta que llamó su melena de fiera embravecida, piel terremoto, boca de verdad hiriente, de un tiempo que quiso hacer suyo. Pero lo que queremos no siempre nos pertenece. Y ella era de Moisés.
El Loco caminó abriendo surcos en la arena fría. En la bolsa iba la noche entera y su misterio. Piel desierta de un sueño abandonado. El odio de Moisés y los ojos ahogados del hombre en las aguas verdes de esa mujer musgo.

El Loco no tiene más sol ni más tierra. No tiene más rumbo. El alma de ese Loco lleva al cuerpo a rastras. Sólo Dios supo del temblorterremoto de su alma caída. Hombre Loco en la bolsa va su corazón. Corazón mudo arrepentido. En su desierto azul carga en silencio, todo el amor del mundo.

sábado, 9 de agosto de 2008

La nota












Esta tarde decidí
guardarlo todo en esa bolsa:

los dientes constreñidos
las ojos de sapo
las tiras de resentimientos
empapelados
la ira camaleónica y tirana
los cangrejos lastimeros
la noche en mi pecho
la araña que habitaba en mi garganta
las plumas del cuervo de mi almohada
la canción sedienta de alegría
el reclamo cansado de exigir
el paraguas agujereado de llorar
los gritos con la salsa y el sartén
la alfombra raída de arañar
la vaca miedosa del zaguán

Esta tarde decidí guardarlo todo
y partí directo al mar
quiero devolvérselo a la arena
vuelvo mañana sin la bosa
no me esperes a cenar.

jueves, 7 de agosto de 2008

Corazónciruela













Mi corazón es una ciruela
de esas moradas
que se caen de los árboles
que se quejan mallugadas
por aquellos sentones de la tierra
en la que caen

Esas que también por dentro
traen un gusanito
que va mordiendo despacito
su cara de cáscara amarga
por haber cedido al árbol
por haber doblado sus manitas

Orgullo abollado
no hay berrinche que sostenga
pobre corazón ciruela
protegido
puercoespín.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Cuentos para dormir






















Yo sabía que había magia cuando uno despertaba
y encontraba un caracol debajo de la almohada
que había depositado ahí algún ermitaño
de la noche

Una cajita con frases como nidos
de palabras y pájaros
de esas que se escuchan como cuerdas
de instrumentos finos
que narran historias de otros tiempos
que en el fondo recordamos haber
vivido también
y haber sido arpa
haber sido fuego
haber sido agua

bailando en las hiedras
subiendo con tonos de flauta
escuchando el eco en la cueva
de alguna vieja montaña

Yo sabía que cuando uno despertaba
y encontraba un caracol debajo de la almohada
uno siempre recordaba los sonidos
de otra vida más profunda
cuando los planetas se sentaban a la mesa
a planear un nacimiento

entonces los violines hacían aserrín con sus estrellas
y las cuerdas llegaban al mar y se refugiaban
en los caracoles de la playa

luego llegaba el ermitaño de la noche
y tomaba el de algún niño
y lo ponía debajo de su almohada

para que cuando él despertara
pegara su oreja y también recordara
haber sido arpa
haber sido fuego
y haber sido agua.

lunes, 4 de agosto de 2008

Tengo lluvia en los huesos

















No encontré paraguas
esa tarde salí sin él,
el cielo era negro
y se caía

Salí a buscar granitos de arena
de un tiempo futuro
que pudiera decirme
si en otoño habrá higos

No encontré la arena en la banqueta
ni una sola de tus pestañas bajo la higuera
cayó saliva de una nube
y formó una burbuja en mi cabeza

Hoy tengo lluvia en los huesos

Me dejé llover
hasta caminar como el agua
te esperé en la banqueta
pero buscabas un pez
y yo era sólo agua.