lunes, 14 de julio de 2008

Una aparición

Esa tarde la siesta fue en el suelo.
Detrás de la ventana
los sonidos de vagones.
Llegó volando. No lo vi hasta que estaba enfrente.

(A veces las cosas no se ven hasta que son muy obvias)

Llegó volando.
Movió sus alas como olas de viento
y me miró. Juro yo que me miró.
No era una abeja pero parecía una.
Una más alargada, más grande, más antenosa.
Quise sentir miedo pero no lo tuve.

¿Qué es eso? Me pregunté.
Es un Nichimusino.
Es un Nichimusino: guerrero del aire.

Así me lo dijo la siesta, y yo se lo creí.

1 comentario:

Rigdrol dijo...

Me contaban cuentos las nanas transparentes, cuentos silbados de un país arriba del tiempo, y de una princesa cristalina rodeada de carneros incendiados, ahí donde el cielo se abre y el pecho florece. Nunca dudé llegar a tí.