domingo, 2 de enero de 2011
Fin
este blog ha llegado a su fin.
Si les interesa, pueden seguirme leyendo en:
http://thedailysnow.blogspot.com/
Quizás habrá más prosa que poesía,
aunque ésta nunca puede abandonar las letras del todo,
ya que en ella se habita.
Gracias...
miércoles, 3 de noviembre de 2010
MAR
Encontrar un momento al día mientras las flores amarillas florecen en la mesa de madera
volver a las palabras como si fueran la raíz de mi equilibrio
sílaba por sílaba
pétalos vocablos de luz que llenan todo los instantes que se me pierden en las prisas
hablando como un ser robotizado
aprendiendo lenguajes nuevos de negocios y dinero
cuando dentro,
en el alma revolotea mi papalote de palabras
con la música que nace desde la orilla de ese mar turbulento
recio
como la sombra de mi nombre,
como la historia de un amor que se rindió en un barco
como esa misma entrega que resisto igual que mi tatarabuela.
Demasiadas vidas transcurridas en vientos de olas resisitiendo
para llegar a este día hoy aquí parada en la soledad de un día de muertos
donde los vivos y los no tan vivos conviven en el recuerdo
y es como si un viento conocido llenara las vasijas y sartenes
como si todos supiéramos que iremos a llegar al mismo lado
y los de allá sonríen porque ya lo saben y nosotros sonreímos porque seguimos aquí
disfrutando del vino y de la carne aunque sabemos que ésta se transformará en cenizas
y por eso les hacemos ofrendas porque reconocemos su lugar
y porque pedimos que no nos lleven pronto.
Así las vidas pasadas se mezclan con la nuestra,
nunca sabremos si aquellos que amamos y odiamos son fruto de otro tiempo en otro lugar
¿Quién puede saberlo?
Será consuelo imaginarnos pagando deudas atrasadas,
será un alivio pensar que una vida se puede ir limpiando
como si fuera una estufa llena de cochambre.
En este día de muertos y flores anaranjadas, recuerdo.
Recuerdo a todas mis muertas, a todas las que fui,
a todas las que he llorado y he quemado vivas.
En este día de muertos recuerdo a mis antepasados,
y en especial a aquella mujer que se se entregó en el mar.
Algo habremos de contar juntas,
algo tendremos que decir
y será a través de las palabras que esa bruma vuelva al horizonte y, quizás, le de sentido a todas nuestras vidas,
a todas nuestras muertes.
sábado, 16 de octubre de 2010
Hay historias
Hay vidas que comienzan inesperadamente
historias que se forman en tormentas de nieve
un primer respiro de un ser demasiado blanco y sensible
un corazón rojo en la nieve
pestañas escarchadas de lágrimas estalactitas
Hay historias que comienzan en el frío y continúan en el frío
pero su núcleo es calor y es fuego y es lava desbordando en una celda interior
Hay vidas que transcurren dentro
como la avalancha de una montaña lejana
que se pierde en el silencio
Hay vidas que se viven en exilio
lejos, en un faro solitario
Hay historias que son de aire, y que son de tormenta
y que son de océano nacido y escondido en un corazón
Hay vidas que un buen día se miran al espejo de un lago
y se saben vivas, tiernas, hermosas e invencibles.
miércoles, 13 de octubre de 2010
La espera
Bansky
Saber que no se escribe para el otro, saber que esas cosas que voy a escribir no me harán jamás amar por quien amo, saber que la escritura no compensa nada, no sublima nada, que es precisamente ahí donde no estás: tal es el comienzo de la escritura.
- Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes
miércoles, 29 de septiembre de 2010
pffff
Bansky
O o o o o o o o o o o o
Detrás de la puerta
Entre sombras se encumbra el calor
Calor de la carne caliente
Calor de la carne caliente
Caliente como la arena quemada al sol
Quemada por cantos y llantos de pisadas
Pisadas de camino de vidas perdidas y muerte
Muerte
Mu e e e r t e e e e
Muerta la piel seca y caída
Hojuelas invisibles a los ojos
Copos de nieve y agonía
Suspendidos
Caídos
Regalo milagroso de transmutación.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Anitya
Nadie me dijo que los pájaros de papel al mojarse,
perdían toda su forma,
que su piel era tan frágil
como las paredes de un barco que naufraga
en la fuente de algún parque.
Nadie me dijo que de verdad me haría vieja alguna vez
que tendría arrugas y dolores en el cuerpo
y que en mí crecería, de súbito, el deseo de anidar otro ser, dentro.
Nadie me dijo que el tacto en el cuerpo de ese hombre cambiaría
y que su contorno comenzaría a desdibujarse
cayendo todo velo,
sobreviniendo el asombro de encontrarse por primera vez
ante un ser desconocido
y no entender que uno no es el mismo nunca
como el río que no lleva la misma agua al mar
y que cada contacto que tienen sus aguas es distinto,
igual que nosotros.
Nadie me dijo lo que dolía una pérdida
y cuánta desesperación provoca una ausencia
Nadie me habló de cómo el tiempo se alarga
y cómo cada minuto hace más grande una rajada que parte todo el cuerpo en dos.
Nadie me preparó para alejarme de aquello que amo
y ese discurso de soltar todo para ganarlo todo
que me provoca inquietud y miedo de dejarme ir en el vacío,
como una piedra lanzada desde un acantilado.
Nadie me dijo que moriría en el intento de vivir,
y que al haber nacido llevaba ya la muerte dentro.
Nadie me dijo que habría de venir aquí,
a redimir el desasosiego de mi árbol
y que habría de hacerlo una vez que
pudiera entender mi propia historia.
Nadie sabe por qué tuvimos mal el corazón
y por qué la angustia se nos coló en el alimento materno,
sí, tal vez una enfermedad,
sí, tal vez un mal mayor que nacer sin un pie,
sin la capacidad de ser feliz por el simple gusto de serlo.
Nadie me dijo que habría de escuchar palabras fuertes
y que lo primero sería saber quién soy y saberme parar
valiente sobre las letras de mi nombre.
Nadie me habló de la impermanencia de las cosas
y nadie me dijo que todo esto iba a cambiar.
Ahora lo sé, o al menos eso es lo que he observado
al ver mi cuerpo mutando de formas por las noches,
al verme volver agua cada luna.
Ahora sé que nunca seremos los mismos
y que la única seguridad que tengo
es la de perderte, algún día.
martes, 31 de agosto de 2010
Quiero
Quiero escribir
por el gusto de hacerlo
como quien nombra un papalote en el aire
al instante de imaginarlo partir.
Quiero escribir para soltar los números y las secuencias trabajosas
de un día de trabajo o dos o toda una vida
que se olvida de existir en el humo de una taza de té blanco
sobre una mesa de madera
que espera simplemente ver caer la luz del sol a espaldas de una ventana blanca.
Quiero escribir por conectar letras a instantes del día:
hoy vi a una adolescente llorar por un cortometraje
que hablaba de una pérdida,
algo tan simple envasado en su garganta
que no pudo salir por miedo a desbordarse,
aquel miedo que se tiene de sentir demasiado la vida
y doler tanto por aquel paso rápido de la vida en bicicleta
que nos hace viejos y nos deja a la orilla de un lago que se ha secado por completo.
Quiero escribir porque tengo miedo de no hacerlo,
tengo miedo de perderme entre el polvo de festejos y muertes de esta tierra
que agoniza cada día con su gente dando manotazos al aire,
quejándose sin saber a qué casa aventar huevos crudos
en señal de hartazago y desesperación.
Qué ganas de no quedarse callada ante los muros de concreto
que tiemblan y se mueven ante un dedo dictatorial que nos coloca y descoloca
como hormigas en su granja.
Qué ganas de escribir para no callar
para no olvidar lo simple
lo que nos hace humanos,
lo que nos conecta con la tierra que respira profundo en la noche
y que quizás nos trae consuelo de madre en su regazo oscuro.
Qué ganas de abrazarnos a todos
de tranquilizarnos diciendo que todo habrá de pasar,
pero parece que tampoco eso consuela
y da miedo saber que tampoco estaremos
para cuando todo esto se transforme y ya no sea.