domingo, 15 de febrero de 2009

Fuego




caminaba por el borde de tu cuerpo
como quien camina en el último hilo
del que pende la estructura de la tierra

anoche dormías con el brazo debajo de la almohada
y un secreto alegre sellaba tu labio hacia la izquierda

no moví tu cuerpo hacia mi cuerpo
te dejé estar como balsa sobre el agua de la noche

no tuve derecho a intervenir sobre tus pasos
para alterar el curso de tus sueños

porque aunque te me antojabas sólo mío
yo no era más que la observadora
que contemplaba
el pasar de tus brazos por el aire

mientras tu mirada entonaba la melodía más dulce
del amanecer más profundo que surgía
entre las piernas de la tierra

eras fuego desde el fuego del inicio
que decantaba en las aguas de mi historia

agua que enmudecía ante los lunares de tu espalda
como el hombre que se rinde ante las armas

fuego que consumía al agua en sus cavernas secretas
que iban penetrando en el misterio de la tierra

caminaba por el borde de tu cuerpo
en el espasmo del insomnio contemplado

mientras dormías con la sien sobre la almohada
y mis brazos te arropaban
como el cielo de la noche en cubrecama.

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